Policiales

Lo condenaron por asaltar al remisero que lo llevó a comprar cocaína

Lucas Diego Suárez Roldán recibió una pena de 4 años de prisión. En la sentencia se tuvo en cuenta que se entregó a los pocos días del hecho. Había tomado el viaje hasta la Villa de Río Negro para comprar cocaína.

Un joven fue condenado a cuatro años de prisión por haber asaltado a un remisero en mayo del año pasado que lo había llevado hasta la Villa de Río Negro para que comprara cocaína.

En un juicio abreviado desarrollado en el Tribunal Oral en lo Criminal 3, la Mariana Irianni condenó a Lucas Diego Suárez Roldán a cuatro años de prisión por el delito de “robo agravado por el uso de arma cuya aptitud para el disparo no ha podido ser acreditada”.

En el debate, la fiscal Romina Díaz y el defensor oficial de Roldán no discutieron ni la materialidad ni la autoría del robo ocurrido el 23 de mayo de 2020, pero sí se discutió de la existencia o no de un arma de fuego.

Además de cuestionar la existencia del arma de fuego, el defensor oficial criticó el accionar policial, por considerar que para detenerlo se basaron en una “confesión extrajudicial” del condenado al momento de entregarse en la comisaría el 26 de mayo de 2020, es decir tres días después del hecho.

Para la jueza Irianni, el accionar de la policía fue el correcto ya que “nadie pudo haber extraído forzosamente ninguna declaración extrajudicial toda vez que se desconocía el autor, ni haber puesto en boca de Suárez Roldán las referencias vinculadas con este hecho”.

Si bien Suárez Roldán se había entregado en la comisaría por el robo al remisero, durante el juicio dio otra versión de los hechos y dijo que en en verdad fue hasta la policía porque tenía problemas con la familia de su pareja, una menor de edad de la comunidad zíngara, y había recibido amenazas al respecto, algo que para la jueza pudo haber sucedido, además de haber estado vinculado al robo.

Marginalidad y robo

Mario había quedado sin trabajo por la pandemia y ante la necesidad de conseguir dinero comenzó a trabajar para una remisería “trucha”. Él sabía que al estar en la ilegalidad, le podían tocar clientes ocasionales vinculados al mundo del delito, principalmente las drogas.

El 23 de mayo a la tarde fue en su Fiat Uno a levantar un viaje y al auto se subió Suárez Roldán, quien le solicitó ir hasta la “Villa de Río Negro”, porque necesitaba comprar cocaína. Durante el trayecto, Mario comenzó a preocuparse, ya que su pasajero le contó sobre su vida en la calle y los robos que cometía para sobrevivir.

Al llegar a Río Negro y Victoriano Montes, Suárez Roldán se bajó del auto, le pidió a Mario que lo esperara, e ingresó a una vivienda. Unos minutos después salió del lugar, se paró al lado de la ventana del conductor,  apuntó al remisero con una pistola y lo obligó a sentarse del lado del pasajero.

Suárez Roldán ocupó el lugar del conductor, apuntó con el arma en las costillas a la víctima y puso condujo el remís unas cuadras, hasta que en Santa Cruz y Juncal le robó el dinero, lo hizo descender del auto y se escapó.

“Le hice caso porque me estaba apuntando con un arma de fuego y sentí que corrió peligro mi vida”, dijo la víctima, quien contó que luego entró a la casa de un vecino de la zona y llamó al 911.

Suárez Roldán no volvió a su casa, llevó el remís a un desarmadero -donde luego lo encontraría la policía- y a los tres días se entregó en la comisaría.

La adicción como atenuante

La jueza Irianni consideró como atenuantes la situación de calle de Suárez Roldán y sus  antecedentes de adicción a drogas que deterioran la capacidad cognitiva.

También le otorgó valor al “excelente concepto” volcado por la concubina del imputado, quien refirió a todo el esfuerzo que realiza por superar la adicción y tomar conciencia e intención por iniciar una vida nueva.

Finalmente, también consideró como atenuante el arrepentimiento de Suárez que lo llevó a entregarse a la policía a los tres días de ocurrido el hecho.

Sin embargo, la jueza remarcó que Suárez Roldán, pese a encontrarse intoxicado pidió prestado un

teléfono para solicitar el remís, indicó una dirección concreta de ida y vuelta, se subió, charló de su historia personal con el conductor, se bajó y cuando volvió al auto lo hizo decidido a robarlo, obligando al conductor a correrse al asiento del acompañante.

 

 

 

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